lunes, 6 de julio de 2009

Ante la patidocracia, el voto nulo

Durante la campaña electoral de 2009, el desencanto ciudadano ante la partidocracia mexicana, surgieron dos movimientos civiles de impacto nacional: por un lado el de México SOS, encabezado por el empresario Fernando Martí tras la dramática muerte de su hijo secuestrado, que busca comprometer a los legisladores con las necesidades reales de la sociedad, como lo es la lucha contra la delincuencia; por otro, el del Voto en Blanco, encabezada por otra organización que sentenciaba en su página web (http://votaenblanco.org.mx/) que “LA ABSTENCIÓN ES APATÍA, VOTAR EN BLANCO (anular el voto) ES PARTICIPACIÓN”.

Tan luego como comenzó a promocionarse el Voto Blanco, surgieron las voces que condenaban dicha medida, en especial los partidos políticos y el mismo gobierno, quienes se mostraron escandalizados por dichas acciones. No es para menos.

Un ciudadano al sentirse desmotivado a participar en la elección simplemente no acude a sufragar por apatía. Se abstiene. Conforme el abstencionismo crece, la decisión electoral se deja en menos ciudadanos quienes decidirán por quienes no acudieron a votar, y en buena medida a mayor abstencionismo, menor legitimidad del candidato ganador; además de que el sistema electoral eleva su costo, ya que éste debe de garantizar la participación de todos los electores y al no acudir como en esta jornada más de la mitad de los votantes, se pierden recursos económicos, humanos y materiales innecesariamente en la misma proporción.

Por su parte, el Voto en Blanco no necesariamente implica un desuso del sistema electoral, sino al contrario, dentro de la misma jornada electoral se hace constar en cada boleta anulada que no existen dentro de los candidatos una opción para la elección del votante. Si bien, tanto con el abstencionismo como con el Voto Blanco, los partidos dejan de recibir votos, la razón diferente, y la consecuencias también.

En primer lugar, se cuantifica claramente que número de votantes que participaron en el proceso se encuentran sin representación para elegir a un candidato, que se debe de leer como un segmento de la población al que los partidos políticos no representan y que quieren ser representados. En segundo, y es donde más le duele a los partidos políticos, al aumentar el número de votos nulos dentro del total de los votos efectivamente emitidos, baja el porcentaje de los votos recibidos por ellos, lo que implica que se reduce en la misma proporción las prerrogativas económicas que recibirá la partidocracia. Dicho de otra forma, según los resultados del PREP del IFE a su cierre, 1 millón 839 mil 971 ciudadanos, que representan el 5.39% de los votos emitidos, han reducido el dinero que recibirán los partidos por prerrogativas en un porcentaje similar para los siguientes tres años.

Los partidos políticos deben de reflexionar el Voto en Blanco, claro en busca de la democracia para que disminuya mediante la atención las inconformidades ciudadanas. Pero sería peligroso que en vez de hacer eso, atenten contra la democracia misma al buscar candados que impidan el Voto en Blanco, con el fin de salvar sus prerrogativas y consolidar la partidocracia. En los dos supuestos, se reduciría el Voto en Blanco, pero la última sería funesta para el país.

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