jueves, 24 de febrero de 2011

La república saharaui a 35 años

Un día después de que el último solado español abandonó el Sahara Occidental, los patriotas saharauis proclamaron la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Sin embargo, la salida del intruso europeo no significaba que el Sahara Occidental quedara libre del intervencionismo extranjero. Antes de salir, los españoles a días de que muriera su caudillo Franco, acordaron crear una administración conjunta de la posesión que abandonaba entre Marruecos y Mauritania. Por lo mismo, inició la guerra por la autodeterminación del pueblo saharaui.

Los mauritanos a la postre abandonaron también el Sahara Occidental ante la férrea resistencia de los saharauis. Pero los marroquíes no fueron un hueso fácil de roer: con bombardeos a la población civil, expulsaron prácticamente a la mitad al interior del desierto del Sahara, en territorio argelino. La otra mitad quedó atrapada en las ciudades más importantes, rodeados por fuerzas armadas de Marruecos. Para garantizar su posición intervencionista, el gobierno de Rabat organizó la colonización de las ciudades y tierras costeras con miles de inmigrantes marroquíes que cruzaron la frontera en la llamada “Marcha Verde”. No obstante a su implacable avance, no lograron derrotar a los saharauis, alargándose la guerra años.

El conflicto bélico entró en un impasse por medio de un cese al fuego, con el fin de que Marruecos permitiera a los saharauis, a través de un referéndum organizado por las Naciones Unidas, votar por su autodeterminación libremente. Referéndum que el gobierno de Marruecos ha saboteado durante lustros.

Así la República Árabe Saharaui Democrática cumple su trigésimo quinto aniversario en pie de lucha por la autodeterminación de su pueblo. Aniversario que en este año de 2011 tiene un nuevo escenario regional: las revoluciones árabes.

Hasta el día de hoy, los inamovibles gobiernos de Túnez y Egipto han sido desplomados como gigantes con pies de barro. Y las movilizaciones civiles se extienden por los demás pueblos árabes, principalmente en Libia, Yemen, Qatar y Argelia, con miras a agravarse en Jordania y Marruecos. Pero estos movimientos no son ni serán lo mismo en cada uno de estos estados árabes.

La primera gran diferencia es que algunos países tienen como sistema de gobierno regímenes supuestamente republicanos y otros son monarquías todo poderosas. Hasta hoy, los gobiernos que han sido derrocados son los republicanos tunecino y egipcio. La naturaleza de estos regímenes a facilitado su caída, ya que la legitimidad de sus presidentes descansa en la sociedad y se supone que deben de dirigir a sus países por períodos definidos. La perpetuidad de sus presidentes en sus cargos es, en sí mismo, la razón contra natura de su propia existencia. Por lo mismo, las manifestaciones no buscaban una promesa de cambio, sino el fin de sus pretendidas presidencias vitalicias.

Por el contrario, en las monarquías, el régimen descansa en el reinado vitalicio de sus monarcas. Entonces, si el advenimiento de sus reyes es legítimo, la deposición de sus soberanos es un tema que se ve un tanto lejano. No imposible, pero no tan a la mano como se podría imaginar. En estos casos, la sociedad, en primer término, buscará tan sólo con acotar a sus soberanos, constituyendo monarquías constitucionalistas donde el rey reine, pero no gobierne. Lo anterior traería consigo la creación de parlamentos árabes que nombren a los jefes de gobierno, tal vez bajo la tradicional figura de un primer ministro, y con ello se crearán las condiciones de libertad que buscan los árabes. Si los regímenes constitucionales llegasen a fracasar, en segundo término podrían buscar el definitivo cambio de régimen para imponer repúblicas democráticas.

Bajo esta diferenciación, se ve más difícil que las monarquías caigan, aunque no es imposible. La monarquía más débil que podría caer es la de Qatar, ya que la oposición civil no nada más es por la búsqueda de la democracia, sino contra el régimen en sí. Entonces, las demás monarquías de la región dependen de que la de Qatar se sostenga o no, ya que su caída podría ocasionar un efecto dominó que vea como alternativa pasar de las monarquías absolutistas disfrazadas actuales directamente a las repúblicas democráticas.

Dicho lo anterior, tenemos que el presidente de Túnez, el general Zine al’Anidine Ben Ali, que accedió desde 1987 fue derrocado. El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, que comenzó su gobierno desde 1981 también fue derrocado.

Las repúblicas cuyos gobiernos pueden terminar son la de Libia de Maummar Gaddafi que dirige desde 1969 bajo un sistema socialista islámico, la de Argelia de Abdelaziz Bouteflika que gobierna desde 1999. La monarquía no constitucional de Qatar del emir Hammad bin Khalifa que reina desde 1995 y la monarquía supuestamente constitucional de Marruecos, del soberano Mohammed VI que la heredó desde 1999.

Pero mientras estos países siguen su curso, el caso de los saharauis se complica. Por un lado, su principal aliado en los últimos 35 años ha sido Argelia, cuyo régimen es más fácil que caiga antes que el rey marroquí. Por lo tanto las autoridades del Frente Polisario, partido único de la República Árabe Saharaui Democrática, tendrán que saber capotear al régimen actual y, en su caso, al que podría surgir si triunfa la revolución argelina. La piedra angular para sostener la ayuda argelina a la causa del Polisario es la lucha por la autodeterminación. Sin calificar al actual régimen argelino, es claro que apoya las aspiraciones auto deterministas saharauis. Un nuevo régimen surgido de un movimiento revolucionario por la democracia, estaría prácticamente obligado a apoyar la lucha por la democracia saharaui. Así que se percibe que el apoyo continuaría, aunque dependería de una clara adecuación del Polisario a los nuevos tiempos.

En el caso de Marruecos la cosa se pone más delicada. Cualquier acción saharaui puede ser usada por el gobierno marroquí para distraer los intentos revolucionarios, convirtiéndolos en los enemigos en común para unir al reino. Por lo anterior, los saharauis deben de ser sumamente cuidadosos de no convertirse en los chivos expiatorios de Mohammed VI. Y a su vez, una posible caída del régimen marroquí puede ser el punto de flexión para alcanzar, al fin, la autodeterminación saharaui.

jueves, 9 de julio de 2009

Fox hablando de Fox

En la carta que envió el expresidente Vicente Fox al periodista Jorge Fernández Menéndez, autoalabando su gestión es otro ejemplo de la esquizofrenia de su sexenio: un castillo en el aire.

En principio habla de sí mismo en tercera persona, literalmente como si fuera un diálogo entre Narciso y su espejo.

En su monólogo dice que fue “actuó con sensatez, como un verdadero demócrata, con respeto a los poderes y con tolerancia ante los desacuerdos. Mantuvo al país en paz y con desarrollo económico”, seguido de cifras macroeconómicas e inauguraciones dentro de su administración. Bueno, creo que solo se le olvidó mencionar a la Biblioteca José Vasconcelos.

Lo que no dice Fox es que en cada administración se deben de inauguran instituciones, máxime cuando se trata de avances tecnológicos tan importantes como la ciencia genómica; que dada la situación internacional de su administración, las cifras macroeconómicas se mantuvieron dentro de un estándar pasando de panzazo; que el desarrollo económico no cumplió con su tan promocionado crecimiento del 7% anual por lo que quedó mucho a deber; y que mantuvo la paz del país, permitiendo la fuga del Chapo Guzmán y demás condiciones que mantienen la seguridad del país a la vista internacional como un posible estado fallido.

Dice que fue tolerante ante los desacuerdos, aunque a Andrés Manuel López Obrador le promovió un juicio por pensar distinto a él y su grupo. Que respetó los poderes, iniciando su sexenio mandandele besos a sus hijos al recibir la banda presidencial, sin contar muchas irresponsabilidades posteriores. Que fue un verdadero demócrata, manteniéndose todo su sexenio en campaña desde la presidencia, en vez de dedicarse a gobernar, coparticipando en el cochinero electoral de 2006. Que fue sensato, con tantas incongruencias que mostró entre lo que decía, lo que hacía y lo que le corregía la plana su vocero oficial, sin considerar esta carta insensata.

También dice en la carta: “No es tan sólo la historia, son los hechos irrefutables, contundentes y comprobables que demuestran que el presidente Vicente Fox le dio al país lo que muchos otros no lograron”. A pesar de que esta sentencia la emite desde su perspectiva alucinante, sin querer lo condena. Efectivamente nos dio lo que muchos otros no lograron, una crisis en la sucesión presidencial histórica, un revés democrático que aún tiene fresca la herida, un descrédito internacional sin precedentes, una devaluación de la investidura presidencial jamás vista en tiempos modernos...

Parafraseándolo: ¿Por qué no te cayas y te vas?

miércoles, 8 de julio de 2009

El PRD tras la elección de 2009

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) pretendía obtener en 2009, por lo menos, una votación muy similar a la elección intermedia de 2000 y de 2003, alrededor del 18% de las preferencias electorales para diputados de mayoría relativa. Pero no fue así. Solo alcanzó poco más del 12% de los votos. Una reducción a grosso modo de 5 puntos porcentuales, los cuales supo recuperar el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en su propio beneficio.

Si. Efectivamente fue una debacle electoral muy severa. Y más si se compara con el 29% de los votos obtenidos por la alianza de diputados por mayoría relativa en 2006, quienes se vieron favorecidos por la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Incluso en el Distrito Federal, bastión tradicional del PRD, la preferencia electoral se vio muy desfavorecida.
Con la resaca de la fiesta electoral, se inicia un período para analizar las fallas. De crítica al interior de los partidos, aunque en el PRD dista mucho de ser una verdadera autocrítica y más parece que lo que va iniciar es una guerra de reclamos entre sus tribus.

La baja electoral del PRD se debe principalmente a tres factores. La primera, que a muchos se les está olvidando en este momento, es el descrédito que alcanzó el partido por los arranques mesiánicos de Andrés Manuel López Obrador tras no resultar presidente en 2006. Aunque se le diera la razón a López Obrador de que le robaron la elección, su actuar distó mucho de los motivos de por qué la gente votó por él. Mostrándose contrario a cualquier principio democrático de aceptar los resultados de las elecciones, respetar a las instituciones electorales y soportar la derrota. Desde entonces el PRD perdió no solo votantes atraídos por el carismático AMLO, sino que también perdió parte de un electorado que le había sido fiel desde elecciones anteriores. Resultaría ilógico e ingenuo pensar lo contrario, lo que abría que pensar es de qué tamaño había sido el costo electoral.

No conformes los perredistas con lo anterior, el partido se ha dividido claramente en dos, las tribus radicales que giran en torno a López Obrador, y las tribus moderadas que encontraron en Jesús Ortega su representante más visible, quienes buscan rescatar al partido del hoyo al que los arrastró la elección de 2006. La máxima de “divide y vencerás” se cumple como el segundo factor. La guerra civil entre las tribus fue inevitable, y la presidencia del partido se convirtió en la batalla que decidiría el equilibrio entre las fuerzas enconadas. El cochinero de la elección interna, por ambos lados, fue tal que no se pudo resolver al interior del partido, Jesús Ortega alcanzó la presidencia ante la mediación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, situación que los contrarios ven como la imposición externa de asuntos partidistas. Obvio, Ortega desde la presidencia acaparó candidaturas y ante la derrota electoral, ahora le echan la culpa de que fue por sus candidatos, de que fue por la lucha interna que él promovió ante tribunales y las disputas internas se atizan.

El tercer factor claro de la caída perredista fue el apoyo de AMLO a los partidos tradicionalmente aliados al PRD. Tanto el Partido del Trabajo como el partido Convergencia se jugaban su existencia en la elección. Parecía improbable que alcanzara cada uno el 2% de los votos necesarios para alcanzar el registro. Por lo tanto, López Obrador dio la espalda al PRD y se dedicó a apoyarlos entre los radicales leales a su movimiento legitimista. No se puede medir que porcentaje hubiesen obtenido estos partidos sin el apoyo lopezobradorista, pero definitivamente hubiese sido menor del recibido entre ambos, el 6%. Es probable que tal vez la mitad de los votos o un poco menos hubiesen sido del PRD directamente, lo que reduciría la caída perredista de 5 a solo la mitad de puntos porcentuales (sin considerar en este escenario el papel que jugó el Voto Blanco que definitivamente también golpeó al PRD).

El caso de la jefatura delegacional de Iztapalapa, la última gran batalla de la desunión perredista, reúne los dos últimos factores del desastre del PRD, la lucha interna y el apoyo de López Obrador a partidos distintos del PRD, que es desde donde parte el actual análisis de los principales actores políticos perredistas. Pero se olvidan del primer factor que viene desde 2006, en que así como AMLO es seguido por muchos, también le dieron la espalda muchos otros electores tradicionalmente perredistas que ahora dieron su voto a otro partido.

También es cierto que la renuncia del presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Germán Martínez, ante los malos resultados de su partido, es un ejemplo a seguir por todos los demás partidos políticos del país, ésta debe de entenderse como una medida para defender al presidente Calderón y de rebote al PAN para las elecciones de 2012; una posible renuncia de Jesús Ortega lo único que haría sería dejar al PRD en manos de los radicales, quienes no ven que el escaso porcentaje que se alcanzó en alguna medida fue por la campaña de reposicionamiento que realizó Ortega con la niña Marianita.

La guerra civil del PRD se reinicia.

lunes, 6 de julio de 2009

Ante la patidocracia, el voto nulo

Durante la campaña electoral de 2009, el desencanto ciudadano ante la partidocracia mexicana, surgieron dos movimientos civiles de impacto nacional: por un lado el de México SOS, encabezado por el empresario Fernando Martí tras la dramática muerte de su hijo secuestrado, que busca comprometer a los legisladores con las necesidades reales de la sociedad, como lo es la lucha contra la delincuencia; por otro, el del Voto en Blanco, encabezada por otra organización que sentenciaba en su página web (http://votaenblanco.org.mx/) que “LA ABSTENCIÓN ES APATÍA, VOTAR EN BLANCO (anular el voto) ES PARTICIPACIÓN”.

Tan luego como comenzó a promocionarse el Voto Blanco, surgieron las voces que condenaban dicha medida, en especial los partidos políticos y el mismo gobierno, quienes se mostraron escandalizados por dichas acciones. No es para menos.

Un ciudadano al sentirse desmotivado a participar en la elección simplemente no acude a sufragar por apatía. Se abstiene. Conforme el abstencionismo crece, la decisión electoral se deja en menos ciudadanos quienes decidirán por quienes no acudieron a votar, y en buena medida a mayor abstencionismo, menor legitimidad del candidato ganador; además de que el sistema electoral eleva su costo, ya que éste debe de garantizar la participación de todos los electores y al no acudir como en esta jornada más de la mitad de los votantes, se pierden recursos económicos, humanos y materiales innecesariamente en la misma proporción.

Por su parte, el Voto en Blanco no necesariamente implica un desuso del sistema electoral, sino al contrario, dentro de la misma jornada electoral se hace constar en cada boleta anulada que no existen dentro de los candidatos una opción para la elección del votante. Si bien, tanto con el abstencionismo como con el Voto Blanco, los partidos dejan de recibir votos, la razón diferente, y la consecuencias también.

En primer lugar, se cuantifica claramente que número de votantes que participaron en el proceso se encuentran sin representación para elegir a un candidato, que se debe de leer como un segmento de la población al que los partidos políticos no representan y que quieren ser representados. En segundo, y es donde más le duele a los partidos políticos, al aumentar el número de votos nulos dentro del total de los votos efectivamente emitidos, baja el porcentaje de los votos recibidos por ellos, lo que implica que se reduce en la misma proporción las prerrogativas económicas que recibirá la partidocracia. Dicho de otra forma, según los resultados del PREP del IFE a su cierre, 1 millón 839 mil 971 ciudadanos, que representan el 5.39% de los votos emitidos, han reducido el dinero que recibirán los partidos por prerrogativas en un porcentaje similar para los siguientes tres años.

Los partidos políticos deben de reflexionar el Voto en Blanco, claro en busca de la democracia para que disminuya mediante la atención las inconformidades ciudadanas. Pero sería peligroso que en vez de hacer eso, atenten contra la democracia misma al buscar candados que impidan el Voto en Blanco, con el fin de salvar sus prerrogativas y consolidar la partidocracia. En los dos supuestos, se reduciría el Voto en Blanco, pero la última sería funesta para el país.

martes, 2 de junio de 2009

El Presidente Democrático

Después del incierto año de 1994, cuando la sociedad mexicana se cimbró con el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que opacó la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, y con el asesinato del candidato priísta Luis Donaldo Colosio Murrieta, decidió votar por la continuidad y estabilidad que ofrecía Ernesto Zedillo Ponce de León.

Texto completo en: Almanaque de México: Presidencia.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Carta a la Voz de Atoyac

En hora buena por la publicación del primero número de La Voz de Atoyac. Participar en la creación de consciencia de donde uno pertenece es una tarea nobilísima. Y toma especial trascendencia en medio de la inmensa mancha urbana de la Ciudad de México. Al igual que otros pueblos que han sido absorbidos por la capital del país, o incluso culturas enteras que han sido digeridas por las naciones iberoamericanas, los detalles son lo que nos hace únicos y la historia de Santa Cruz Atoyac hace a sus vecinos diferentes e individuales frente a otros habitantes del Distrito Federal. Máxime cuando uno habita un lugar que tiene siglos de existencia.
La memoria colectiva de repente es muy corta, y con el paso del tiempo, solo se conservan los sucesos escandalosos y frívolos. Este es el medio idóneo para que conozcamos la singularidad de donde a hora somos vecinos y reconozcamos entre los descendientes de los más antiguos habitantes de Atoyac la legitimidad histórica para conservar las tradiciones de este lugar.
Maravilloso será que cuando alguien nos visite igualmente los llevemos a hacer un shopping a Plaza Universidad o un trámite en la Delegación Benito Juárez, que a conocer la Cruz Atrial que lloró al ser labrada, o conocer más de las anécdotas de cuando este lugar era un punto de descanso en el “largo” camino entre Coyoacán y México.
Más allá del metro Zapata, existe un pueblo enclavado en la urbe que debe de alzar la voz para que no se pierda su historia con el paso del tiempo. Felicidades.

martes, 1 de julio de 2008

El Proyecto Mesoamérica

El término acuñado por el etnólogo Paul Kirchhoff acaba de rebasar las fronteras de la academia y trasciende de las disciplinas humanísticas que estudian el pasado para convertirse en un adjetivo calificativo que comparten buena parte de México y Centroamérica con total vigencia y contemporaneidad: el Proyecto Mesoamérica.
Por extraño que parezca, éste título no es para un proyecto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) o para el trabajo de algún departamento de arqueología de alguna universidad prestigiada europea o estadounidense; es el nombre corto (o comercial) de cómo se conocerá ahora al Plan Puebla Panamá promovido en su momento por el expresidente Vicente Fox y relanzado por el presidente Felipe Calderón con el apoyo de sus homólogos mesoamericanos.
Las bondades del otrora plan, ahora proyecto, siguen encausadas en el mismo sentido: la creación de una infraestructura de comunicación e industrial básica que integre la región a través de la creación de nuevos sistemas integrales eléctricos, carreteros e informáticos, entre otras importantes necesidades básicas de desarrollo en salud, alimentos y fertilizantes. Pero estas líneas no son para ahondar en el proyecto en si mismo como está planteado, sino en el cambio del nombre por si mismo, que es muy ilustrativo.
Cuando Vicente Fox propuso el Plan Puebla Panamá sin duda alguna se basó en un mapa, al ver que los estados más carentes de infraestructura del país son los que se encuentran al sureste mexicano, y que dicha situación se extiende a través de los territorios de nuestros vecinos centroamericanos. Según esto de Puebla a Panamá. Situación actual que es cierta (por cierto, con Chiapas en medio, en tiempos cuando el EZLN aún hacía ruido a nivel nacional e internacional). La fórmula es lógica: si éstas son las zonas con mayor retraso económico, se tiene que impulsar el desarrollo allí. Claro, mediante la inyección de capitales (nacionales, extranjeros o supranacionales); sin embargo, para lograr llevar la inversión a estos lugares inhóspitos solo tenemos un elemento, la mano de obra barata, y faltan elementos de infraestructura básica. Entonces, mediante un plan desde Puebla hasta Panamá, hay que crear esa infraestructura para poner la mesa a los no tan interesados inversionistas, a ver si así le entran al desarrollo de la región. Más apetitoso es el asunto cuando la misma creación de infraestructura es en si misma un nicho de mercado para la inversión de los capitales que lamentablemente, para ellos, se tiene acotada en los negocios más jugosos: petróleo y generación de electricidad; aunque les queda el carretero, entre otros. Pues bien, la medida es viable y tiene sus bondades para muchos sectores. Para el gobierno mexicano, al dar progreso a la zona más atrasada del país y contrarrestar el discurso del EZLN; para los gobiernos centroamericanos, al coordinar políticas públicas en marco de un desarrollo regional partiendo con la totalidad de independencia y soberanía para cada uno de ellos; y para la iniciativa privada, al dar un impulso a la exportación y las facilidades para la movilidad de sus capitales. Pues dicho así el plan está bien y suena bien.
El primer punto en contra de dicho plan fue su puesta en marcha, porque no era desde un escritorio como se podría desarrollar. El modelo económico planteado tenía que traducirse al diplomático para cabildear sus alcances y adecuaciones a los intereses de cada nación y estado. Cuando se cayó en cuenta de este hecho, se dio el golpe de timón y hasta Colombia le entró (cómo podía permitir que la influencia mexicana creciera en la zona sin su intervención, máxime que no nada más se hablaba de Centroamérica, sino también de Panamá, antigua provincia suya separada de su seno por influencia estadounidense para la creación del Canal). Pero cuando la diplomacia no va acompañada de recursos económicos se cae en la demagogia y allí parecía quedar el proyecto.
Bueno, pues ahora se trata de reactivar, y para ello se le cambia el nombre por el de Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica para hacer marcada diferencia del plan anterior (aunque fuese lo mismo) y con ello reactivar su parte pragmática. Pero el tiempo ya pasó. Las cosas no son como hace ocho años cuando las ocurrencias de Fox eran gobierno y novedad. Ahora cada nación involucrada en el plan actúa con voz propia y se busca un nuevo término para la nueva denominación. Ya no es nada más con ver el mapa como habrá de llamarse a esta nueva etapa. El término de Centroamérica no cubre el alcance del proyecto, va más al noroeste de Guatemala y más al sureste de Costa Rica. Y sin darse cuenta están sentados pensando en un término que describa en esencia a la región por si mismo, tal y como lo hiciera en su momento Kirchhoff (aunque para un fin muy diferente). Así, de repente, caen sin querer con el de Mesoamérica. Sin embargo este término incluye por si mismo elementos que el anterior no tenía: Integración.- La búsqueda original de Kirchhoff fue precisamente una denominación que integrara los elementos culturales comunes que encontró desde la mitad de México hasta Costa Rica, caracterizada primeramente por su gente y en seguida por sus manifestaciones culturales, a pesar de sus diferencias locales. Situación que se cumple en la actualidad claramente entre las naciones centroamericanas y los estados del centro y sureste mexicanos.
Población.- Si bien un veracruzano o un chiapaneco o un nicaragüense son distintos entre si, tienen más lazos en común que los que tendrían con un sonorense o con un argentino, por mencionar extremos geográficos. Y lo mismo ocurrió en tiempos prehispánicos, los puntos en común entre un mexica y un maya parecieran pocos, pero resaltan elementos muy cercanos entre sí se les compara con un habitante de Paquimé u otro del imperio Inca.
Historia.- Igualmente las historias regionales en México o las nacionales en Centroamérica son particulares y únicas; pero tienen un mismo común denominador: comunidades indígenas que fueron dominadas por la corona española, influyéndolas culturalmente y dándoles más elementos en común, que cuando rompieron ese lazo se enfrentaron en constantes guerras fratricidas, que llevó a que el poder se detentara dentro de una oligarquía y/o burguesía mestiza proeuropea, dejando en la pobreza a los elementos indígenas originarios.
Y de repente dejamos de hablar de un problema de infraestructura y de inversión de capitales en la región y pasamos a hablar del trasfondo social mesoamericano de todas las épocas. El mismo que se quiere atajar desde el punto de vista original y razón de los gobiernos, pero que está constreñido a la inmovilidad de las personas en sus lugares de origen impidiendo su libre movilidad dentro de la región. Cosa ilógica dentro del mundo globalizado contemporáneo que fomenta la libre circulación de las personas, a pesar de que los gobiernos lo impidan. Por lo que la razón principal del proyecto se convierte, por el fenómeno de la migración, en un obstáculo y problema en si mismo de lo que quiere ser. Su talón de Aquiles.
El paso está dado. Dentro del nombre está la clave del éxito o del fracaso. Si se busca que el “Proyecto” funcione, tendrá que ser con la integración de las personas que conforman “Mesoamérica” en un libre tránsito de migrantes. Si se busca que “Mesoamérica” se integre, tendrá que ser con un “Proyecto” que crezca día con día en todos los ámbitos del interés de las sociedades de la región. O dicho de otro modo “Proyecto Mesoamérica” se tiene que leer como un adjetivo compuesto de las dos palabras, porque una sin la otra es el naufragio.
Tan se sabe lo anterior, que en la Declaración de Villahermosa, documento que da nuevo nombre al Plan Puebla Panama, firmado en Villahermosa, Tabasco, el 28 de junio por los presidentes de México, El Salvador, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y Colombia, así como por el primer ministro de Belice, se condenan las prácticas en contra de la migración, aunque no se habla de encaminarse a lo inevitable.