sábado, 20 de octubre de 2007

Democracia, voto y consenso

(Texto original del 8 de octubre de 1996)
.
Esta muy en voga la democratización de todo lo que nos rodea, Estado, partidos políticos, oficinas, instituciones... y tal parece que la idea de democracia es simplemente el voto. Definir democracia es, sin duda alguna, un trabajo para una tesis, así que solo tomaremos la definición simple de un diccionario, sin meternos en algo más complejo: “Sistema político en que el pueblo ejerce la soberanía. Doctrina favorable a la intervención del pueblo en el gobierno”.[1] Esto nos da como resultado que el voto es un camino o una herramienta de la democracia y no, como comúnmente se cree, que el voto por si solo es la democracia. En otras palabras, la democracia es elegir a los gobernantes, pero solo en parte, ya que también lo es el poder llegar a ser elegido, o simplemente el llegar a participar en el gobierno, representando al pueblo.

¿Por qué razón decimos que en México no hay democracia? Porque por tradición el voto es allanado para imponer a algún personaje o personajes, no importando la opinión del pueblo. ¿Y desde cuando actuamos así? Desde siempre y por una tradición aun más antigua que la elección por sufragio: la de elegir a los gobernantes por consenso. La elección por sufragio se resume en que el que tenga más votos en su favor adquiere el cargo por el cual es electo, lo elige la mayoría, aunque la diferencia sea por un solo voto. La elección por consenso es cuando alguien adquiere un cargo en forma unánime, sin ningún voto en contra y por acuerdo de todos los electores. El sufragio universal como lo conocemos ahora, donde las mujeres también votan, tiene menos de dos tercios de siglo y se rige por infinidad de instrumentos para no ser violado. En cambio la elección por consenso tiene más de cinco siglos en esta tierra y no se regula por ningún decreto, ley o norma, simplemente por consentimiento, y no necesita ser protegido ya que no se viola.

En tiempos prehispánicos la comunidad se integraba en un núcleo familiar, a manera de clan escocés o de gens latina: el calpulli. El calpulli era dirigido por los miembros más prominentes de este núcleo social, por lo general personas de edad avanzada, que nombraban, por consenso, a los funcionarios que necesitaba el calpulli, al teachcauh, jefe civil y religioso, al tecuhtli, jefe militar, entre otros. La unión de varios calpulmej (plural de calpulli) daba al Estado, representado en el tlatocan, compuesto por los teachcauh y los tecuhtli de cada calpulli. El tlatocan a su vez elegía por consenso al tlatoani, gobernante del Estado, y al tlacatecuhtli, jefe militar del Estado. A la llegada de los españoles el tlacatecuhtli de tenochtitlan hacia también las funciones de tlatoani, gobernante y jefe militar en la misma persona, pero la estructura de elección era la misma. Tiempo después, a pesar de la imposición del gobierno español en el Estado, a nivel familiar se conservó, y se conserva, esta forma de elección en comunidades indígenas[2].

En las elecciones del Tlatocan se reunían: los teachcauh (como hoy se reúnen los gobernadores, procuradores y magistrados), los tecuhtli (o secretarios de la Defensa y Marina), los tequitlatos (o secretarios del trabajo), los tequinechicoani (o secretarios de hacienda), los cuacuilli, (o arzobispos y obispos), los topiles (o policías), entre otros. Estudiaban la situación que regía en el Estado y valorando las cualidades que debía tener el gobernante, además de procurar que éste fuera afín a cada uno de ellos o de sus políticas, se elegía al nuevo tlacatecuhtli (o presidente). Cuando era anunciado al pueblo en general (lo que hoy se conoce como destape) se tenía que aceptar, porque era la mejor decisión de sus representantes más sabios[3]. Cosa que a la fecha en mucho no ha cambiado.

El problema del consenso es que tiene que ser en un grupo reducido (se imaginan unificar los criterios de 80,000,000 de mexicanos) y el grupo reducido solo ve sus intereses despreocupándose de los intereses de los demás. El problema del sufragio es que por añeja costumbre es depuesto por el consenso y el voto no lo tenemos muy arraigado en nuestra cultura, es un invento venido de no se donde, impuesto por decreto, que si se sigue violando jamás podrá ser la forma más viable de la democracia en México.

[1] Enciclopedia Vniversal Ilvstrada: Evropeo Americana, t. XVIII, Madrid, Espasa Calpe, S.A., s/f, p.p. 31.
[2] Gortari, Eli de, “Organización Social”, en La ciencia en la historia de México, México, Grijalvo, 1990, p.p. 49 - 60.
[3] León Portilla, Miguel, Conferencia Magisterial en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, 18 y 19 de septiembre de 1996.

No hay comentarios: