sábado, 20 de octubre de 2007

Nuevamente la partidocracia se impone

(Texto original del 10 de septiembre de 2007)

Los intereses de la nación nuevamente son moneda de cambio.

La llamada reforma del Estado, a la cual los legisladores se han empeñado en cubrirla con un manto patriótico trascendental, como si de ella dependiera la misma existencia nacional, en la última semana ha mostrado su verdadero rostro: es una reforma para que todo siga igual.

¡Y tan solo tenemos a la vista dos temas! el electoral y el hacendario. Suficientes para demostrar el verdadero trasfondo de la política nacional y los intereses de los partidos políticos.

La verdadera línea de acción, en vez de ser el bien nacional, es el oportunismo para que tal o cual medida se refleje en las urnas a favor de los partidos políticos.

Texto completo en: Soto Cesaretti: Nuevamente la partidocracia se impone

El Informe Presidencial según Acción Nacional

(Texto original del 29 de mayo de 2007)

Sobre la propuesta del PAN sobre cambiar el formato del Informe Presidencial para que lo presente por escrito el 1º de febrero de cada año para que lo estudie el Congreso durante 20 días al termino de los cuales por escrito enviará al presidente sus cuestionamientos, comentarios y sugerencias, para que el presidente comparezca en sesión solemne y responda las preguntas que se le hagan.

La intención es buena, pero como que quedan asuntos por definir.

Texto completo en: Presidencia de México: El Informe Presidencial según Acción Nacional

El relevo presidencial de 2006

(Texto original del 17 de noviembre de 2006)

En la elección presidencial de 1929, en que resultó victorioso Pascual Ortiz Rubio del Partido Nacional Revolucionario (antecedente original del PRI), la élite política y militar posrevolucionaria se puso nerviosa con la campaña opositora del civil José Vasconcelos. En especial, porque el último candidato que había obtenido una victoria electoral para el mismo cargo, Álvaro Obregón, había sido asesinado hacía poco más de un año. Los poderosos en el poder arremetieron con asesinatos, violencia armada, robo de urnas, etcétera. El remedio fue un resultado tranquilizador de la contienda: Ortiz Rubio con 93.55% vs Vasconcelos con 5.33%.

Texto completo en: Almanaque de México: El relevo presidencial de 2006

Excélsior

(Texto original del 30 de mayo de 2006)

A punto de ser nonagenario, El Periódico de la Vida Nacional renace de entre sus cenizas para escribir una nueva historia en la prensa mexicana, bajo la dirección de su nuevo propietario Olegario Vázquez Raña, exitoso empresario que ingresó en los medios de comunicación a través de Grupo Imagen.

Texto completo: Almanaque de México: Excélsior

Vicepresidencia

En seis extractos por separado, se presenta Sistema de suplencia presidencial elaborado en diciembre de 2005, vísperas del año electoral de 2006, para reflexionar sobre una pregunta que con la efervecencia política de la época se antojaba como platillo mayor para una reforma electoral: ...si faltara el presidente de la República ¿quién lo sustituiría?

Ahora, actualizada con una séptima parte con motivo de los trabajos de la Reforma del Estado propuesta para 2007.

Vicepresidencia I, II, III, IV, V, VI y VII.

En nombre de la nación y de Alfedo Ávila

(Texto original del 16 de enero de 2003)

En nombre de la nación.
La formación del gobierno representativo en México
Alfredo ÀvilaTaurus – CIDE, México, 2002, 415 pp.

A mediados de este año, el 6 de julio, se realizarán las elecciones federales que renovarán la Cámara de diputados. En ellas, las relaciones entre los poderes Ejecutivo y Legislativo podrían cambiar en favor o en contra de la presidencia de Vicente Fox.

Este panorama de una nueva correlación de fuerzas trae a colación, una reflexión del significado que tiene el que se voten “representantes” por el pueblo. Además del anhelo de tener en México una nación plenamente democrática.

Por ello el investigador y profesor de la UNAM Alfredo Ávila, en una coedición del CIDE y la editorial Taurus, publicó su libro: En nombre de la nación. La formación del gobierno representativo en México. En él expone el cambio que sufrió la población de la Nueva España para constituirse como sociedad mexicana independiente. Quedó atrás las soberanía que recaía en una sola persona, a una que recae directamente en el pueblo. Misma que es representada por un grupo de personas que son escogidos expresamente para ello. Quienes se reúnen en un Congreso.

Alfredo Ávila explica detalladamente en su obra como fue modificándose la idea y concepto de “representación” al final del virreinato de la Nueva España, su transformación a partir de 1808 y por último como se concreta en 1824 con el establecimiento de la primera república federal de México.

Se creía que en el rey recaía la soberanía por derecho divino (de allí que también se le llama “soberano”), por lo que el México virreinal estaba atado a la familia Borbón que reinaba en España. Pero la invasión francesa de la península ibérica de 1808 derrocó al monarca español Carlos IV, a su hijo Fernando VII y al resto de la dinastía. El emperador de los franceses, Napoleón Bonaparte, en su lugar impuso a su hermano como nuevo rey.

Los españoles de inmediato desconocieron a José Bonaparte y se organizaron para expulsar a los franceses de su territorio. Se establecieron diferentes organismos para dirigir la defensa. Entre ellas, la primera asamblea con “representantes” elegidos libremente por el pueblo de todos los territorios españoles. Incluida la Nueva España.

La crisis provocada por la ausencia regia puso en entredicho que la soberanía recayera sobre un solo individuo, por lo que pasó al pueblo. Como sucedió en los entonces recién independizados Estados Unidos y en la Francia revolucionaria de la época. Una vez reunidas las Cortés de Cádiz, los diputados electos decidieron “representar” al pueblo, tanto peninsular como americano. Y con la ausencia de los reyes borbones, redactaron la primera Constitución española.

Los virreinatos españoles en América, por su parte, determinaron que la dependencia con España se tenía hecha con el rey. No con el resto de los españoles. Dada la ausencia de monarcas y el pueblo a cargo de ejercer directamente su soberanía, decidieron terminar dicha unión. Con la consecuente e inevitable independencia.

El libro de Alfedo Ávila nos dice como se transformó la “representación” elegida por los mexicanos para participar en las Cortes de Cádiz. La que participó en el Congreso de Chilpancingo, primera asamblea cien por ciento mexicana. La que fue llamada para integrar el Congreso Constituyente del imperio de Iturbide. Y la que finalmente integró un nuevo Congreso Constituyente que fundó la República federal mexicana en 1824.

Este libro nos sirve para refrescarnos la memoria del porqué elegimos a un puñado de personas que habrán de decidir por todos nosotros como habremos de gobernarnos.

Los nuevos tiempos de Gobernar sin Mayoría

(Texto original del 16 de enero de 2003)

Gobernar sin mayoría. México 1867-1997
María Amparo Casar e Ignacio Marván (coordinadores)
Taurus – CIDE, México, 2002, 457 pp.

La supremacía que alcanzó el poder Ejecutivo sobre el Legislativo durante las presidencias priístas, cambió tras las elecciones federales de 1997. A partir de estas, el partido oficial perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y la presidencia se enfrentó a un gobierno dividido.
Los investigadores del CIDE, María Amparo Casar e Ignacio Marván Laborde se dieron a la tarea de coordinar el libro Gobernar sin mayoría. México 1867-1997. En el cual muestran los avatares del Ejecutivo para gobernar ante un Congreso de oposición. Contrario a sus políticas y a sus iniciativas presidenciales.

María Amparo Casar nos dice que es más común en las democracias de América Latina un gobierno dividido, que uno con mayoría del partido en el poder. Las elecciones poco o nada competitivas en México, durante los gobiernos priístas, aseguraron que el presidente tuviera mayoría partidaria indiscutible en ambas Cámaras federales. Traduciéndose lo anterior en legislaturas dóciles o Congresos gobiernistas.

El reciente crecimiento del número de diputados de oposición hace ver al Congreso en conflicto con la presidencia. Al punto de creerse posible la parálisis gubernamental. María Amparo Casar niega que los gobiernos divididos crean crisis institucionales. Como lo han demostrado otros países de la región. Apoya lo anterior el consejero ciudadano del IFE, Alfonso Lujambio, quien estudia once Estados de la federación mexicana entre 1989 y 1997.

De manera paralela, José Antonio Aguilar Rivera expone que los gobiernos dividios son consecuencia de la idea misma planteada por Montesquieu: separación de poderes y división de funciones. Nos habla del planteamiento de los “pesos y contrapesos” que se utilizaron en los Estados Unidos. En donde las funciones de gobierno son distribuidas entre los tres poderes, de tal forma que se evite que uno abuse de los otros dos.

En contraparte está la interpretación de los “límites funcionales”. En la cual cada poder asume funciones específicas, las cuales no puede rebasar. Pero carece de métodos reales para evitar un desequilibrio de poderes. Modelo que México heredo de España y Francia. Y que plasmó en sus constituciones.

La Constitución de 1857 dio vida a un Legislativo muy fuerte y un Ejecutivo disminuido. El equilibrio de poderes se logró tras guerras internas, una que otra reforma y principalmente con controles políticos por encima de la Carta Magna.

El Constituyente de 1916-1917 invirtió el equilibrio a favor del Ejecutivo, con un Legislativo manipulable en su conformación, como lo expone Ignacio Marván Laborde. Ya que los procesos electorales quedaron vulnerables durante su calificación.

La democratización de los procesos de elección popular y el subsecuente crecimiento de la oposición de una minoría incipiente a un gobierno dividido, a puesto en evidencia la necesidad del equilibrio de poderes en México.

Jesús Silva-Herzog Márquez habla de que la Constitución se adora, pero no se conoce. Ésta debe ser un instrumento normativo más que un proyecto de nación. Y queda pendiente una reforma integral de ella.

A pesar de que la coedición entre el CIDE y la editorial Taurus es del año 2002, los estudios solo llegan hasta 1997. Interesante hubiera sido un estudio sobre las dos legislaturas con mayoría de oposición que hemos tenido desde entonces. No obstante es una lectura ad hoc, ahora que se aproxima la efervescencia política de las elecciones intermedias del 6 de julio.

Otro de presidentes

(Texto original del 22 de agosto de 2002)

Con motivo de la elección presidencial del día 2 de julio de 2000 que permitió la alternancia en el poder ejecutivo de un partido político a otro, dos comentaristas del noticiario radiofónico Monitor y colaborares del periódico Reforma, Alejandro Rosas Robles y José Manuel Villalpando César, se conjuntaron para la elaboración de un libro de corte enciclopédico que contuviera en una edición de lujo la vida y obra de los mandatarios de México a lo largo de su vida independiente, con semblanzas de sus gobiernos plasmadas en forma amena y ágil, apoyadas por biografías resumidas de cada gobernante, de efemérides contextuales y de ilustraciones a todo color. El resultado fue Los presidentes de México. La historia de los gobernantes de la nación (1821-2000) narrada para los lectores de hoy (México, Planeta, 2001), que incluye a 64 personas que en algún momento de la historia del país concentraron individualmente en su ser la responsabilidad de dirigir a la nación.

Es desde 1985 que los estantes de las librerías no veían un libro que abordara este tema, año en que vio a la luz la primera publicación de Gobernantes de México. Desde la época prehispánica hasta nuestros días (México, Panorama Editorial, 1985) de Fernando Orozco Linares, con sus respectivas actualizaciones sexenales, el cual se convirtió en obra de consulta obligada principalmente para estudiantes.

Ahora con Los presidentes de México se profundiza en el poder ejecutivo nacional desde su nacimiento, con la divulgación de los avatares que sus titulares enfrentaron durante los siglos XIX y XX, en un claro intento de los autores por humanizar la figura presidencial para presentar a los hombres de carne y hueso, con sus defectos y sus virtudes; todo enmarcado en el contexto de la historia nacional, aunque, como dice la historiadora Josefina Zoraida Vázquez en la presentación, la visión de esta historia sea parcial al no incluir gran parte de los procesos de las transformaciones sociales, cumpliendo la obra con proporcionar una visión panorámica del pasado.

Se puede conocer sobre los dictadores y caudillos que marcaron una época en México, como Porfirio Díaz, Benito Juárez, Venustiano Carranza, Antonio López de Sana Anna, y sobre las personas que solo tuvieron de nombre el cargo, pero que no ejercieron un poder real, o, en el mejor de los casos, un Pedro Lascurain, Abelardo L. Rodríguez y muchos más.

Una obra de consulta pensada (o tal vez sin pensar) para bibliotecas, ya que su magnífica edición editorial lo coloca a un costo bastante elevado para un país que no lee y mucho menos tiene dinero para ediciones lujosas.

La historia fuera de la comunidad de los historiadores

(Texto original del 14 de noviembre de 1996)
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En un café, en la oficina, en el pesero, con la familia, en bodas, en velorios, donde sea --sin olvidar los taxis--, hay un tema, que por una u otra razón siempre sale a flote en esta nación: la historia, nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestros grandes triunfos, y con una mayor insistencia en los últimos tiempos, los grandes males (políticos y económicos principalmente). También en esta nación es donde existe un mayor número de historiadores con título (llámense licenciados, maestros o doctores) o en vías de obtenerlo. Desafortunadamente también es en México donde existe un gran problema con la historia, al igual que con toda Latinoamérica. La historia es un trauma en nuestra conciencia. Ejemplo de ello es que hace apenas cuatro años se celebró el quinto centenario del suceso colombino, y hoy en día no sabemos como verlo, si como un acontecimiento de fiesta o de velorio, si tenemos que gritar vivas o tenemos que lapidar la primera efigie de Colón que veamos para desahogar un poco este trauma, que Edmundo O´Gorman llamó "la paradoja dramática del alma criolla".

Todo nuestro ser de americanos está, pues, alimentado por aquel sentimiento que, claro, luce mejor cuando se expresa por el lado de rebeldía, de inconformidad y aun de sorda hostilidad contra lo europeo. Entonces notamos un vehemente deseo de independencia que fácilmente se convierte en bandera cultural y política y cuya mejor expresión se halla en la gran corriente indigenista que pugnando por mostrar lo que nos es original y propio, cae en el olvido de lo que también nos es original y propio: lo europeo. [1]

Pero lo español no es nuestro único punto que rechazamos y no le queremos poner la suficiente atención: también esta lo estadounidense. Ante el desprestigio de España en el siglo pasado y la búsqueda de algo nuevo, caímos en sus garras. España, su monarquía, su religión, su sistema, en fin, todo aquello que tuviera su fisonomía, por pequeño que fuese, era lo atrasado, lo malo, lo conservador. Lo parecido a lo estadounidense era lo moderno, lo republicano, lo in, lo liberal, lo que se debía emular. ¡Y vaya que se logró ! Lo triste del asunto es que al mismo tiempo, a Estados Unidos lo odiamos históricamente. Aun nos duelen las páginas del siglo pasado cuando por botín de guerra se adueñó de la Alta California, Nuevo México y Texas; y actualmente lo mal queremos por su intervencionismo político, militar y económico. ¡Como duele! Por lo menos a algunos.

Todo esto ahora lo sabemos, nos lastima y no lo hemos superado del todo, pero hemos avanzado en algo: por lo menos ya lo sabemos. Y aunque “nos duele” no podemos olvidar que tenemos que ir más allá, con la esperanza de que algún día dejará de hacerlo. Para esto necesitamos seguir el camino de la investigación teórica e historiográfica con el fin de aclararnos estos escollos. En el presente siglo tenemos trabajos ejemplares de este impulso: del mismo O´Gorman, de Gaos, entre otros, además de un sin número de humanistas que buscan el mismo objetivo: saber que somos, para qué somos y por qué somos.

Si se analiza un poco el problema de la falta de conciencia histórica del mexicano, nos encontramos con que en buena medida se debe a la falta del simple conocimiento de la historia, y parte de la culpa la tiene su misma enseñanza, se tienen “errores de conocimiento histórico, con omisiones y confusiones y en el mejor de los casos con el hacer de lado el interés y el compromiso de nuestra”[2] mexicanidad. Pero con tomar el compromiso de darle a cada hecho histórico sus palabras justas, sin exaltarlas, ni peyorizarlas, se puede encontrar la verdad que buscamos, por cruda que esta pueda parecernos, con la certeza que es nuestra conciencia histórica perdida.

Ahora bien, hasta este momento solo hemos hablado del papel de los historiadores en la historia. ¿Los historiadores somos los únicos seres que estudian la historia en México? ¡Por supuesto que no! Lo somos todos y cada uno de los mexicanos, e incluso extranjeros, que vivimos en la República mexicana. A veces pienso que esto se nos olvida y sólo nos interesa la divulgación de las nuevas teorías y demás resultados de las investigaciones propias de los historiadores, en un ambiente de historiadores. Historiografía para los historiadores. Historiadores para la historiografía. Claro, aquí incluyo a los demás intelectuales, en el mejor sentido de la palabra, llámense arqueólogos, sociólogos, latinoamericanistas, filósofos, politólogos, en fin, humanistas (o no), que tengan el suficiente nivel crítico y educativo para entender nuestra historiografía, siendo que el resto de la población, tal vez un 90%, sino es que más, solo tiene un nivel precario de educación primaria y secundaria, que apenas sería suficiente para entender cabalmente lo que la historiografía ofrece.

Al analizar un poco más afondo el cómo se adquiere el saber histórico encuentro dos formas opuestas del aprendizaje de la historia, el aprendizaje a través del saber científico-filosófico, y del saber cotidiano. El primero es donde nos encontramos nosotros, y en el otro el noventa y tantos por ciento de la población. A este saber cotidiano le encuentro unos focos de influencia decisiva en la formación histórica de los individuos: la escuela, la familia y los medios de difusión de cualquier tipo, ya sean escritos, por radio, televisión, cine o por los novedosos sistemas de computación (servicio de redes y de multimedia).

En la escuela el individuo, si fue aplicado, tendrá el ABC de la historia de México en la versión “oficial”, independientemente que la historia oficial sea buena o mala, objeto de discusión ajeno a esta ponencia. Fuera de la historia oficial no tendrá otros elementos de juicio para entenderse a sí mismo como individuo de una nación. Además, en el supuesto de que todos los historiadores estuviésemos de acuerdo con la historia que se enseña en las escuelas primarias y secundarias, de que nos sirve aprender hechos políticos, militares y episodios de la vida nacional que sólo nos enseñan las formas de gobierno y políticas de dichos gobiernos. Que sí Cortés contra Moctezuma y Cuauhtemoc, que los insurgentes contra los realistas, que los mexicanos contra los franceses o estadounidenses, Juárez vs Maximiliano... buenos vs malos. A esto se limita nuestra gloriosa historia patria que se aprende en la escuela. Que por cierto, en nuestro pasado reciente, tiene un vivo ejemplo de los buenos vs los malos. Algunos malos ya están en Almoloya y los buenos, que quién sabe quienes sean, pronto, muy pronto, nos quitarán de las garras de los villanos.

La familia, la piedra angular de nuestra sociedad, agregándole a ella a la comunidad y a la sociedad en general, es otro foco decisivo del aprendizaje de la historia de nuestro país. ¿Cuantas veces no hemos escuchado las versiones de padres, tíos, amigos, compañeros, etc. diciéndonos la verdadera historia de un suceso determinado, por qué la conocieron de buena e invaluable fuente? ¡Ya quisiera el presidente de la República fuentes de ese calibre! A veces no van más allá esas fuentes de algún taxista que confiesa los verdad neta de algún suceso, que le llegó a sus manos por el intercambio de información con algún otro cliente. También está la mentalidad que se hereda en el seno de la familia, envuelta por delimitantes como la clase social y el nivel de vida, la cultura y educación propia inter-familiar, los usos y costumbres, la religión que se practique, entre tantos otros elementos que conforman el contexto propio de la familia. Aquí es donde se aprecian manifestaciones inconscientes que se han ido formando desde tiempos muy remotos, pueden ser manifestaciones propias de los pueblos indígenas prehispánicos, con sus respectivas evoluciones a lo largo de quinientos años, que hoy envuelven sectores amplios de la sociedad mexicana; también existen manifestaciones peninsulares (españolas, moras, etc.) anteriores a la conquista, y por supuesto en una mayor parte manifestaciones producto del mestizaje indígena-español, con sus respectivas transculturaciones con elementos como nuestros vecinos del norte y otras naciones del mundo. ¿Cómo estas manifestaciones y contextos pueden vivir en paz, sí el origen de una manifestación es indígena, otra es española y otra más estadounidense, siendo que lo indígena, lo español, y lo estadounidense está peleado entre sí? ¿Dónde se toma conciencia de estas manifestaciones ?

Los medios de difusión, por su parte, tienen dos vertientes, una en pro y otra en contra de la correcta búsqueda de la solución a nuestros problemas, aunque el pro y el contra sean hechos con la mejor de las intensiones de salir del atolladero, así como hay pros y contras que solo buscan el beneficio lucrativo con el mayor cinismo.

Un error de los historiadores y de los intelectuales en general es que sólo se busca encontrar la respuesta sin ponerla en práctica, esto es, proponer y proponer, y todas las propuestas se quedan dentro de la comunidad de la historia. ¿Queremos solucionar algo con trabajos históricos que se escriben para ser leídos solo por la misma comunidad de historiadores, o de intelectuales ? Cuando, como ya mencione, la mayor parte de la población, tiene tremendas lagunas de la historia de México y en sí de su conciencia histórica. Sólo produciendo trabajos con un enfoque más sencillo y sintético podrá llegar a las consciencias de todos y cada uno de los mexicanos ese “algo” necesario que nos a de reconciliar con nuestro pasado, y con ello, con nuestro presente . No podemos darle a cualquier persona libros de historiografía hechos para una comunidad específica, esperando que encuentren el hilo negro para comprender su ser histórico. De hecho, leyéndolos no encontrarían la verdad de los escollos que buscamos aclarar, sino más dudas que incluso pueden llegar a confundir aun más, lo que se busca aclarar. Por eso tenemos también como tarea dentro de las múltiples actividades del historiador, el producir obras útiles para las personas que no son historiadores y que lleguen a un efecto positivo, que al menos no creen más discrepancias que se tienen en nuestro propio ser.


[1] O´Gorman, Edmundo, La idea del descubrimiento de América, historia de esa interpretación y crítica de sus fundamentos, México, Centro de Estudios Filosóficos, p. 11.
[2] Ruiz Gaytán, Beatriz, Latinoamérica. Variaciones sobre un mismo tema, México, Universidad Nacional Autónomo de México / Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, 1992, (500 años después, 13), p. 111.

Democracia, voto y consenso

(Texto original del 8 de octubre de 1996)
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Esta muy en voga la democratización de todo lo que nos rodea, Estado, partidos políticos, oficinas, instituciones... y tal parece que la idea de democracia es simplemente el voto. Definir democracia es, sin duda alguna, un trabajo para una tesis, así que solo tomaremos la definición simple de un diccionario, sin meternos en algo más complejo: “Sistema político en que el pueblo ejerce la soberanía. Doctrina favorable a la intervención del pueblo en el gobierno”.[1] Esto nos da como resultado que el voto es un camino o una herramienta de la democracia y no, como comúnmente se cree, que el voto por si solo es la democracia. En otras palabras, la democracia es elegir a los gobernantes, pero solo en parte, ya que también lo es el poder llegar a ser elegido, o simplemente el llegar a participar en el gobierno, representando al pueblo.

¿Por qué razón decimos que en México no hay democracia? Porque por tradición el voto es allanado para imponer a algún personaje o personajes, no importando la opinión del pueblo. ¿Y desde cuando actuamos así? Desde siempre y por una tradición aun más antigua que la elección por sufragio: la de elegir a los gobernantes por consenso. La elección por sufragio se resume en que el que tenga más votos en su favor adquiere el cargo por el cual es electo, lo elige la mayoría, aunque la diferencia sea por un solo voto. La elección por consenso es cuando alguien adquiere un cargo en forma unánime, sin ningún voto en contra y por acuerdo de todos los electores. El sufragio universal como lo conocemos ahora, donde las mujeres también votan, tiene menos de dos tercios de siglo y se rige por infinidad de instrumentos para no ser violado. En cambio la elección por consenso tiene más de cinco siglos en esta tierra y no se regula por ningún decreto, ley o norma, simplemente por consentimiento, y no necesita ser protegido ya que no se viola.

En tiempos prehispánicos la comunidad se integraba en un núcleo familiar, a manera de clan escocés o de gens latina: el calpulli. El calpulli era dirigido por los miembros más prominentes de este núcleo social, por lo general personas de edad avanzada, que nombraban, por consenso, a los funcionarios que necesitaba el calpulli, al teachcauh, jefe civil y religioso, al tecuhtli, jefe militar, entre otros. La unión de varios calpulmej (plural de calpulli) daba al Estado, representado en el tlatocan, compuesto por los teachcauh y los tecuhtli de cada calpulli. El tlatocan a su vez elegía por consenso al tlatoani, gobernante del Estado, y al tlacatecuhtli, jefe militar del Estado. A la llegada de los españoles el tlacatecuhtli de tenochtitlan hacia también las funciones de tlatoani, gobernante y jefe militar en la misma persona, pero la estructura de elección era la misma. Tiempo después, a pesar de la imposición del gobierno español en el Estado, a nivel familiar se conservó, y se conserva, esta forma de elección en comunidades indígenas[2].

En las elecciones del Tlatocan se reunían: los teachcauh (como hoy se reúnen los gobernadores, procuradores y magistrados), los tecuhtli (o secretarios de la Defensa y Marina), los tequitlatos (o secretarios del trabajo), los tequinechicoani (o secretarios de hacienda), los cuacuilli, (o arzobispos y obispos), los topiles (o policías), entre otros. Estudiaban la situación que regía en el Estado y valorando las cualidades que debía tener el gobernante, además de procurar que éste fuera afín a cada uno de ellos o de sus políticas, se elegía al nuevo tlacatecuhtli (o presidente). Cuando era anunciado al pueblo en general (lo que hoy se conoce como destape) se tenía que aceptar, porque era la mejor decisión de sus representantes más sabios[3]. Cosa que a la fecha en mucho no ha cambiado.

El problema del consenso es que tiene que ser en un grupo reducido (se imaginan unificar los criterios de 80,000,000 de mexicanos) y el grupo reducido solo ve sus intereses despreocupándose de los intereses de los demás. El problema del sufragio es que por añeja costumbre es depuesto por el consenso y el voto no lo tenemos muy arraigado en nuestra cultura, es un invento venido de no se donde, impuesto por decreto, que si se sigue violando jamás podrá ser la forma más viable de la democracia en México.

[1] Enciclopedia Vniversal Ilvstrada: Evropeo Americana, t. XVIII, Madrid, Espasa Calpe, S.A., s/f, p.p. 31.
[2] Gortari, Eli de, “Organización Social”, en La ciencia en la historia de México, México, Grijalvo, 1990, p.p. 49 - 60.
[3] León Portilla, Miguel, Conferencia Magisterial en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, 18 y 19 de septiembre de 1996.

¿Integración Latinoamaricana?

(Texto original del 16 de agosto de 1996)
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Iberoamérica, Hispanoamérica, Indoamérica, Amerindia, Eurindia,... Latinoamérica, palabras que denota algo más que una parte de la masa continental de América, palabras que denotan una idiosincrasia, una historia, una vida en común. A las que no se escapan las ideas de unidad, de integración, de solidaridad, de un destino en común, pero desafortunadamente encierra en su seno la desunión, la competencia, la búsqueda de una superioridad en alguna de sus partes.

Las diferencias entre las naciones hispanas, creadas en su mayoría, por sus raíces precolombinas y sus experiencias como Estados independientes, parecen que se empeñan en no llegar al sueño de Bolivar, no importando la similitud que engloban las raíces y las experiencias. La mayoría con culturas que mantuvieron la hegemonía de la región, no importando cómo (Aztecas, Incas y Mayas), por otro lado, guerras intestinas, ya sean, para sustentar una nueva dictadura, tirar alguna otra o para reclamar los ideales, que en su mayoría, no difieren en su esencia; además de las guerras contra las naciones, que ven en la violencia, el camino para lograr sus propios intereses, sin olvidar el imperialismo económico de los estadounidenses.

Entonces, si tenemos ideales en común, luchas en común, una vida en común, ¿Por qué no se cristaliza la integración ? ¿Acaso son más fuertes las diferencias que las semejanzas? Parece ser que si. Nos empeñamos en acentuarlas y en engrandecer nuestras disputas.

Claro. Ante todo soy mexicano, pero antes de pertenecer a una globalización soy latinoamericano. No por valorizar mi nacionalidad estoy en la posición de negar mi patria grande. Tampoco puedo gritar que el mundo no me interesa, porque ante todo soy latinoamericano, eso sería una incongruencia o hasta un extremismo. También tenemos que luchar en el contexto europeo y estadounidense, ya que nuestra misma latinoamericanidad nos hace ineludiblemente occidentales, no un ente aparte. Como occidentales, somos la nación más numerosa y diversa; por ello no querramos incorporarnos a un occidentalismo dejando de ser una parte de ese occidentalismo mismo.

Veo, al igual que muchos otros, que como hispanos tenemos que integrarnos reconciliándonos con nuestro propio pasado, tomando en cuenta que éste no empezó al hacernos independientes, ni mucho menos en los vestigios que heredamos de nuestros ancestros prehispánicos. Tenemos que reconciliarnos, sobre todo, con nuestro pasado en común, con tres siglos que nos dieron nuestra identidad con sus múltiples variantes, con el colonialismo ibérico.

Más allá de lamentar el hecho de haber sido parte de un imperio, el Español o el Portugués, en su caso, tenemos que aceptarlo, entenderlo y sobrellevarlo. Solo así, después de dejar de luchar contra lo que somos, podremos hablar de una integración latinoamericana.

El librarnos de aranceles económicos con tratados de Libre Comercio, produce una integración, sin duda alguna, y puede llegar a ser la única entre muchas culturas y naciones que no tienen otro lazo que el comerical. Tampoco podemos imponer un sistema socializante en las manos de algún caudillo iluminado, porque no somos un grupo pequeño de lideres revolucionarios. En nuestro caso, el dejarnos solo a las cuestiones comerciales o a gobiernos autoritarios, es renunciar a una buena parte de lo que realmente somos: hermanos.

El año 2000 no es del siglo XXI

(Texto original del 12 de julio de 1996)

Desde años atrás escuchamos insistentemente la presencia ineludible del tan prometedor siglo veintiuno, aunque también escuchamos que no llegará el mundo al año 2000. El que lleguemos o no al nuevo milenio no quita la influencia que tenemos por la cercanía de este evento. Ejemplo de ello es que hoy en día tenemos lugares que ya ostentan el nombre del siglo por venir (como el Centro Médico Nacional Siglo XXI, la Editorial Siglo XXI, étcétera), también le atribuimos apodos (el siglo de la realidad virtual) e, incluso, de lugares donde el hombre pondrá el pie algún día (Marte).

Consciente o inconscientemente esperamos con ansia la llegada del último día de 1999 para echar la casa por la ventana y poder decirnos a nosotros mismos “somos los hombres del tercer milenio”, no importando que falten más de tres años para este mágico día.

No quiero alejar esa fecha, pero la verdad es que faltan más de cuatro años. El día que sigue al 31 de diciembre de 1999 sigue siendo del presente siglo veinte y, por supuesto, de este el segundo milenio de la era cristiana. Es hasta el primer segundo del día 1º de enero del año 2001 cuando comenzarán el siglo y el milenio tan esperados. ¿Y el año 2000? Este se cree que será el primer año del s. XXI, más no lo es. El año 2000 es el año en que se cumple en su totalidad el s. XX, que empezó en el año 1901, y por lo cual a este pertenece. Probablemente el punto de confusión que se da con este año se basa en el cambio de numeración, de los miles a los dos miles, o tal vez por la existencia de tantos ceros en el año en cuestión. Esto no es novedad, cuando se acercaba el año 1000 surgieron diversos mitos y leyendas en los antiguos reinos cristianos, y es probable que para el año 3000 surjan otros tantos.

La razón es porque nunca existió el año cero. La cuenta que se utiliza para identificar los años es con números ordinales (esto es: primero, segundo, tercero...). Dicho en otras palabras, se cuentan como años completos, aunque tan solo sean sus primeros segundos. Así, el día que sucede al 31 de diciembre de 1 a.C. es el 1º de enero de 1 d.C. De la misma manera se cuentan los lustros, las decadas y los siglos con números ordinales; sin embargo, es común que los números ordinales muy grandes pierdan su estricta forma de pronunciarse y se lean como números cardinales. Esto es, es más facil para el año 359 d.C. decir "año trescientos cincuenta" que "tricentésimo quincuagésimo noveno", o para el año 1996 es mas facil decir "mil novecientos noventa y seis", que decir "milésimo nonacentésimo nonagésimo sexto".

Lo mismo ocurría con las divisiones de los días y las horas. Por ejemplo. la 01:30 horas es en realidad una hora entera y media hora más: estás realmente en la segunda hora del día (que por supuesto aún no se completa). Pero el dinamismo de la era moderna en cuanto al tiempo ha hecho más común hablar de la hora "cero" ó 00:00 horas, porque ya no nos regimos por horas al día, sino por minutos, incluso segundos.

Mientras se cumplen estos cuatro años, propongámonos terminar el presente siglo, en el que todavía hay mucho por hacer, y donde los universitarios tenemos una gran responsabilidad, ya que seremos “los profesionistas del tercer milenio”.

Condena de muerte

(Texto original del 11 de julio de 1996)

Entre el acordeón, las cajas de dulces y baratijas de “a peso” que no se vendieron en los carros del metro, una humilde familia mexicana camina a su hogar después de un pesado día de trabajo. Las ganancias del día ya se esfumaron en la cena de sobrevivencia y lo único que todos desean es dormir. Los niños haciendo gala de su imaginación, como es natural, avanzan pasos adelante de sus padres jugando, y los padres van sin mencionar palabra, pensativos de la rutina del próximo día.

La caminata a casa es interrumpida de repente por un hombre de mal aspecto. Los padres, a pesar de estar acostumbrados de ver mal vivientes en el rumbo de donde viven, los asusta este hombre.
--Este teporocho se ve sospechoso-- piensa la mujer, y antes de terminar de pensarlo éste, navaja en mano, les exige sus pertenencias.
--No traemos nada-- contesta el padre con voz cortada y nerviosa.
--Pinche buey, caite o báscula-- amenazando con la navaja.

Ofreciéndole las pocas pertenencias que cargaban imploran por su seguridad y la de los niños que regresan con sus padres, quienes en su inocencia se preguntan con quién se entretienen papá y mamá. Tras convencerse de que no traen dinero la rabia invade al agresor y vocifera
--Pinches jodidos de mierda-- jalando a la mujer hasta tirarla al suelo, desgarrándole el vestido
--Vas a ver lo que le hago a tu vieja--.

Todo se convierte en un coro de gritos, los niños asustados y llorando por su madre, la madre mal diciendo a su agresor y el hombre armándose de valor para defender a los suyos.
--Detente maldito mariguano-- alcanza a gemir el papá y se escucha la nota más alta, el grito desgarrador que deja todo en silencio.
--Esto te pasa por jodido-- dice entre dientes el ahora juez y verdugo de la familia, mientras se aleja guardando el arma--.

Y el infierno a penas comienza: la camisa del padre se tiñe de rojo con su propia sangre mientras ve a los suyos con las caras de terror que sabe que lo ven como se le va el último suspiro...

Después de una eternidad llega la policía a ver lo que ya pasó, mientras la madre y los niños lloran por el ser que les han arrebatado.
--Señor autoridad, agárrenlo y mátenlo-- grita la ahora viuda --maten a ese desgraciado, mátenlo.
--Pero jefecita , como lo vamos a matar si no existe en México la pena de muerte-- alcanza a decir uno de los policías a la desconsolada, tratando de apartarla del cadáver.
--¿Cómo demonios que no existe? Y lo que acaban de hacer con mi marido, ¿Qué es? Acaso no nos condenó por pobres--.

Brindo por que en México no se aplica la condena de muerte, ni a los traidores a la Patria.

Pero sobre todo, brindo por todos los inocentes condenados a muerte por la simple falta de defender lo que es suyo, su patrimonio, sus creencias, su integridad, sus ideales, sus sueños; frente al juez y verdugo que se les puso enfrente.

Salud.

La quiebra de Ruta Cien

(Texto original del 4 de julio de 1995)

En 1995 el Departamento del Distrito Federal declaro en quiebra la compañia de transporte urbano “R-100”, empresa estatal creada en 1981 con la estatización de la industria del transporte urbano de la Ciudad de México.

La notable deficiencia de la compañía --que en vez de mejorar su servicio empeoraba-- produjo que la paraestatal capitulara contra sus rivales: “los peseros”, que en diez años crecieron increiblemente. Y la gran pregunta o gran punto a tratar es: el proceder del gobierno.

¿Por qué correr a los conductores?
Los conductores de la hoy extinta Ruta Cien no son choferes desde 1981, al contrario, eran conducores de las antiguas lineas particulares independientes que fueron absorvidas por la, en ese entonces, non, plus, ultra invensión del gobierno: la superR-100.

¿Por qué dejar sin empleo a tantas personas, cuando sus plazas de trabajo tienen que continuar?
Conociendo al gobierno en sus medidas tomadas con Petroleos Mexicanos (Pemex), era lógico pensar que se haría una reestructuración en R-100, por lo que conservarían sus puestos los conductores y el grueso de la burocracia que, como es costumbre, superaba al número de conductores (así como en otras instituciones estatales como el Instituto Mexicano del Seguro Social, que es superior la burocracia administrativa que la planta de doctores y enfermeras).

La reestructuración hubiera tapado “el ojo al macho” y se diría que ahora si funcionaría. Pero no, ¡Se quebro!

¿Por qué quiebra un a compañía?
Simplemente porque no tiene ganancias, sino perdidas. Y...

¿Cómo puede tener ganancias una paraestatal que tiene un subsidio mucho mayor al 50%? Es más, ¿Cómo puede tener perdidas una empresa que tiene subsidio?
El subsidio se le da a una empresa porque no puede valerse por si misma. Si hay números rojos, se evita aumentando el subsidio y se empatan los ingresos contra los egresos.

Pues no: se declaro la quiebra de R-100, en vez de reestructurarla. Por la quiebra, se liquidan a todos los trabajadores en vez de instalarlos en la nueva empresa a crear. Todo este proceder de las autoridades hacen pensar que el asunto tiene cola que le pisen.

El Departamento del Distrito Federal anunció que se haría una nueva empresa de transporte público que:
  • Será una empresa estatal para seguir trabajando para las clases mas desfavorables.
  • Mantendrá las tarifas a precios populares --respuesta importante por la crisis económica ocurrida un poco antes de la quiebra de R-100 y al reciente aumento del transporte particular (microbuses) de 55 centavos a un peso la terifa minima (81.82% de aumento)--.
  • Disminuir la burocracia administrativa de la nueva empresa --respuesta de cajón--
  • Tomar preferencia en la contratación de ex-trabajadores de la que fue la R-100 --tomar preferencia, en vez de recontratar a los conductores y demas miembros de la empresa quebrada--.

Estas entre otras fueron las medidas tomadas por el gobierno del Distrito Federal.

Y mientras se hace la nueva compañía ¿Qué?
Se crea el Servicio Temporal de Transporte Público que en su primera fase contrata temporalmente a compañías del gremio del transporte de pasajeros, para que cubran las principales rutas de la ciudad. Al mismo tiempo se anuncia la contratación para el personal provisional que por pocos meses trabajaran de planta en el Servicio Temporal de Transporte Público --donde los ex-trabajadores de la R-100 serán tomados como preferentes--. Despues simplemente fueron substituidos los camiones de las compañías de transporte de pasajeros por los camiones del Servicio Temporal de Trasnsporte Público --que son los de la ya desaparecida R-100--. Todo en forma gradual.

¿Y el caos por el transporte?
Para fortuna de los capitalinos todo esto sucedio en la semana grande, la semana santa. Con la situación económica reinante la ciudad de México no se vació como en otros años y hubo gran flujo de personas, pero la situación real del transporte público dejaba muy irrelevante la falta de la compañía R-100. La columna vertebral del transporte es el metro, las demas opciones de transporte son los afluentes al primero. Estos son: microbuses (peseros), trolebuses, tren ligero y R-100, donde R-100 compite por el ultimo lugar.

¡Si no hay camiones usamos los micros!
El sistema provicional fue gratuito en su primera fase. Se pagaba medio peso en el pesero y ahora un peso. Por otro lado, los chimecos no cobraban, así que los usuarios opotaron por transportarse en el chimeco.[2] Como fuera para la ciudadania era algo temporal y pasaría poco a poco, el remedio duele pero hay que curar la enfermedad y ademas estaban las otras opciones de transporte.

Se anuncio que el jueves y el viernes santos se aceptarían las solicitudes de trabajo para el Servicio Provicional de Transporte Público que comenzaría a operar,con las unidades de la quebrada R-100, a partir del lunes proximo y que en ese fin de semana se daría un curso preparativo a los nuevos conductores. Por otro lado, la mayor parte de los movimientos administrativos quedaria a cargo de la administradora para la quiebra: Banobras. Los ya ex-trabajadores de la R-100 tendrian que meter su solicitud el dia jueves santo para “poder” tener prioridad en la selección.

Las autoridades --o las personas que optaron por la quiebra-- pensaron que los ex-conductores y ex-trabajadores en general, meterian su solicitud y todos contentos.

Los ex-trabajadores no sabian que pasaba, es más, ¿Por qué ex? Tenian que organizarse y mientras se manifestaban en mítines perdieron la opotunidad de meter las solicitudes de trabajo e incluso cobrar sus respecitvas liquidaciones.

¿Y el sindicato?
El sindicato de la R-100, que se había crado junto con la propia empresa bajo la denominación "Sindicato Unico de Transporte del Autotransporte Urbano R-100 (SUTAUR-100)", como buen sindicato para las manifestaciones, empezo a defenderse y el gobierno de la ciudad procedió a encarcelar a líderes sindicales. ¡Definitivamente pasa o pasó algo turbio!

Mal manejo de fondos, bla, bla, bla y las mil especulaciones. Los ex-trabajadores de R-100 exigen su trabajo y hacen marchas, las mayores en la capital en ocaciones hasta cinco al mismo tiempo y muy concurridas. Ahora si el caos vial. Una cosa es no tener camiones urbanos y tener metro, peseros y demas y otra marchas que cortan la vialidad en la ciudad.

Las marchas son integradas por: el SUTAUR; grandes grupos de universitarios de la UNAM, IPN, UAM; otros grupos estudiantiles como CCH´s, vocacionales; ademas de grupos independientes; y el Movimiento Proletario Independiente (MPI). Todos los grupos aclaman justicia y el SUTAUR reclama su trabajo.

Por solidaridad, por no saber lo que pasó, o por yo que sé, el SUTAUR se mantiene vigente en su lucha y muy pocos ex-trabajadores optan por buscar trabajo en la nueva empresa a crearse.

Se inicia el pleito legal y lo primero es: ¿Por qué quiebra? ¿Cual es el fin?
Por como se sucitaron las cosas, la quiebra fue más que un pretexto para desaserce sel SUTAUR-100. La culpa de la quiebra de la R-100 no cayo ni en los trabajadores ni en los dirigentes (puestos por el gobierno) sino fue por el SUTAUR. Todo contra el sindicato. Ellos tienen la culpa --dice el gobierno-- porque tenian contrato colectivo favorable, porque trabajan en base a tantos trabajadores por camion y funcionaban solo casí la mitad de los camiones que se declaraban, porque las prestaciones, porque los dirigentes, porque...¡Todo!

Seguramente la caja de Pandora que se acaba de abrir, poco a poco mostrará las respuestas que surgen con tal quiebra, junto con alguno o muchos monstruos.

[2]La expresión “chimeco” se aplica a los camiones de transporte público que circulan en Nezahualcoyotl. Dentro de las compañías que opreraron en la primera fase del sistema provisional estaban las distintas compañías de transporte público de las principales ciudades aledañas al D.F. incluyendo los municipios del estado de México como Nezahaulcoyotl, Neucalpan, Tlalnepantla, etc.

martes, 2 de octubre de 2007

In memoriam

Cada día que pasa entendemos más a nuestros viejos.

A pesar de que hace tiempo que no están con nosotros y sólamente comprendemos esos recuerdos, que hoy vemos vivos en la sangre de los nuestros.

Tiempo hace que no nos vemos. Pero el sentimiento y el amor no se borra, se fortalece, se profundiza.

Doña Pepa, en tu memoria... a veintitres años que el corazón no te borra.
Y a menos años de comprender tus noventa y dos de vida.

Tu nieto.